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miércoles, 8 de febrero de 2012

historia de los hijos de eli



La Biblia nos dice que los hijos de Elí eran sacerdotes que estaban en la casa de Dios, pero eran hombres impíos. ¿Será posible que lo mismo esté ocurriendo hoy día en nuestras iglesias? Es hora de limpiar la casa...
Latinoamérica se está despertando para descubrir que hoy es el día de la presencia de Dios, el día para la manifestación de la gloria de Dios. Latinoamérica se está despertando para no conformarse más con simples ritos y tradiciones. América Latina hoy tiene más hambre que nunca por un mover genuino del Espíritu Santo.
Algunos han pensado que este mover tiene que ver con la música. Hoy tenemos más música que nunca en toda la historia de nuestro continente y damos gracias a Dios por eso. Algunos erróneamente han pensado que el despertar espiritual radica en tener nueva música. Yo me pregunto si eso es realmente así. He estado en lugares donde las ersonas cantan y cantan por horas, pero salen igual que como entraron. Me da la impresión que no es la música ni más libros lo que necesariamente trae el avivamiento a Latinoamérica. Me da la impresión de que tiene que ser algo más.
En uno de los momentos más cruciales del pueblo de Israel, la Biblia nos relata una doble historia. Se trata de la historia de un pueblo que se apartó de Dios y el testimonio de cómo el Padre levantó a un hombre para que trajera el despertar espiritual a Su pueblo. Es la crónica de los hijos de Elí y el profeta Samuel.
Samuel fue el fruto de un encuentro que su madre tuvo con Dios. Una mujer que no podía tener hijos y que año tras año ofrecía sacrificio -- una mujer donde se perpetuaba la religión. Año tras año seguía en las mismas costumbres, pero no cambiaba. Llegó el día que su desesperación fue tan grande que aquella mujer entró al templo, se tiró al suelo y lloró la última gota de aflicción que había en su corazón. Entre sollozos le expresó: "Señor, si tú no me das un hijo me muero. Yo no me levanto de aquí hasta que no hagas algo conmigo".
¡Oh que nuestras canciones pudieran tener tal intensidad! ¡Qué no necesitáramos de repertorios de 20 canciones para conseguir un toque del Espíritu Santo en una persona!
Ana en silencio hizo más que cualquier melodía. Ana fue tocada por Dios y entonces nació Samuel. Ella simplemente pidió un hijo y no sabía que Dios le estaba dando uno de los profetas más grandes que tocaría y cambiaría la historia de Israel para siempre. Pero cuando Dios describe la época en que hace nacer a Samuel nos enseña que lo hizo nacer como la esperanza en medio de una noche espiritual en Israel. Samuel se convirtió en la punta de la lanza dentro de un mover que confrontó la religiosidad de Israel. Con todo el corazón pienso que esta es una palabra profética para Latinoamérica.
Falta de conocimiento de Dios
Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová. -- 1 Samuel 2:12.
¿Será posible que haya en la casa de Dios sacerdotes que no le conozcan? ¿Será posible que las personas que ministramos hoy día no tengamos conocimiento de Dios? ¿Será tal cosa posible?
¡Es perfectamente posible! Los discípulos de Cristo estuvieron caminando junto a Él por 3 años y no lo reconocieron después de la resurrección. Sí, es posible. Es posible estar en la cara de Dios y no conocerlo. Es posible encontrarse con Jesús de frente y no reconocerlo. Es posible pasar 20 y 30 años en una iglesia y no tener el mínimo conocimiento personal de quien es Dios. La desgracia de la religiosidad es que no nos deja tener un conocimiento personal de quien es Dios. El gran infortunio de la religiosidad es que puede poner a grandes personas como líderes sin que tengan realmente una experiencia viva con Dios.
Los hijos de Elí son el ejemplo de una generación que nació en la iglesia, pero que nunca ha nacido de nuevo. Yo pasé los primeros años de mi vida asistiendo a una iglesia todos los domingos, escuchando la prédica, cantando algunas canciones y diciendo una que otra cosa piadosa, pero nunca se me dio la oportunidad de tener un encuentro con Dios. Hay algunas iglesias donde de todas maneras esa no parece ser la meta. Hay congregaciones donde el equipo de sonido es tan terrible que parece que a nadie le importe si la gente entiende lo que se está diciendo desde el púlpito.
Las iglesias en nuestros países se reúnen cada domingo para "adorar", siguen un programa que han estado cumpliendo por muchos años y salen exactamente igual que como entraron. ¿Me pregunto por qué? Porque estamos perpetuando la religión, y la religión no le permite a las personas tener un encuentro con Dios.
Insensibilidad a Su presencia
Cuando cada israelita ofrecía sacrificios a Dios, los sacerdotes presenciaban esa ofrenda. Antes de que la carne fuera presentada en sacrificio, como manda la ley, ellos casi la arrebataban de la mano del ofrecedor. Además, la comían antes de que se quemara la grosura lo cual quebrantaba la ley de Dios de acuerdo al libro de Levítico 1:12-16.
Según la ley, todas las necesidades de los levitas debían ser satisfechas por medio de los diezmos del pueblo. Pero los hijos de Elí se aprovecharon de su posición para satisfacer sus propios deseos. "Era, pues, muy grande delante de Jehová el pecado de los jóvenes; porque los hombres menospreciaban las ofrendas de Jehová", (1 Samuel 2:17).
Los hijos de Elí querían la mejor parte para sí. Cuando la persona no tiene temor de Dios se atreve a hacer cosas que ofenden a Dios -- y no le importa. Cuando los líderes no tenemos conocimiento de Dios comenzamos a tomar lo que le pertenece sólo a Dios para nosotros. Nos robamos la gloria de Dios. Nos robamos el aplauso de las personas para nosotros. Nos robamos la gloria y las bendiciones que el pueblo de Dios recibe para levantarnos un ministerio y un nombre. Aquello que fue designado para ser quemado totalmente en un altar para Dios lo tomamos y lo usamos para nuestro beneficio y ganancia.
Cuantos hemos sido negligentes y nos hemos encontrado en una encrucijada donde no supimos darle la gloria a Dios y usamos para nuestro beneficio personal las cosas que le pertenecen a Él. Hemos usado los medios, el dinero, los recursos y los dones que Dios nos ha dado para levantar cosas para nosotros en lugar de ofrecerlo todo ante el altar de Dios. Eso es algo que Dios no va a pasar por alto.
Nosotros que ministramos la música desde un púlpito. Nosotros que estamos ocupando las plataformas en Latinoamérica somos los primeros que vamos a ser llevados a juicio ante el Señor porque nos estamos robando lo que sólo le pertenece a Dios.
La Biblia nos dice que el pueblo de Israel se sentía tan ofendido por las acciones de los hijos de Elí, que comenzaron a dejar de ir a ofrecer adoración al Señor. ¿Sabe cuál ha sido nuestro verdadero problema en América Latina? Hablamos mucho de la presencia de Dios, pero no la conocemos y por lo tanto no la respetamos. Los hijos de Elí no respetaban la presencia de Dios porque no la conocían. Ese es nuestro mismo pecado.
El avivamiento que Dios ha querido traer a Latinoamérica en los últimos 10 años no tiene nada que ver con la música. Tiene que ver en cómo usted reacciona ante la presencia de Dios. Tiene que ver en cómo usted respeta la presencia de Dios en su propia vida.
Recuerdo una reunión que se organizó para recaudar fondos para una casa de ancianos, la presencia de Dios estaba tan dulce. Pero mientras algo hermoso y ungido estaba pasando habían miles de jóvenes patinando en el entresuelo -- comprando cosas. No estoy jugando al más santo cuando digo esto; yo estuve en esa posición muchas veces. ¿Quién cree usted que les enseñó esa falta de respeto por la presencia de Dios, si no son los adultos?
El Espíritu Santo está tratando de moverse en muchas reuniones y algunos ni se dan cuenta. Se ponen de pie cuando otros se están entregando al Señor. Somos tan insensibles que cuando es hora de irnos nos vamos sin importar lo que el Espíritu Santo está haciendo. ¡Los músicos nos paramos al frente, cantamos y ministramos, y cuando terminamos, nuestro negocio acabó y nos vamos a ocupar de nuestro negocio de ventas! ¿Y qué pasa con el resto de la reunión? ¿Dónde está el respeto por la presencia de Dios? No estoy hablando de un respeto religioso. Estoy hablando de ser sensibles a la presencia de Dios.
Aquella noche, mientras la presencia de Dios tocaba a esos ancianos, el resto de nosotros estaba como si nada estuviera pasando. Casi no se podía respirar porque el humo de las ventas de carne había llenado la casa. El Señor me dijo: "Antes era la nube de Mi gloria la que llenaba mi casa. Ahora es el humo de las ventas".
Déjeme preguntarle una cosa más: ¿Cómo podemos respetar la presencia de Dios en Su casa si no sabemos reconocerla en nuestra vida diaria? La Escritura nos dice en Apocalipsis que en cuanto los querubines comienzan a cantar Santo, Santo, Santo, 24 príncipes se postran y comienzan a adorar al Cordero. Los primeros que reaccionan ante el llamado de la adoración son los líderes, los príncipes del Pueblo de Dios. En Latinoamérica es lo contrario, los últimos que adoramos somos los líderes. Tenemos tiempo para hacer nuestras notas, conversar entre nosotros mientras que el resto de la Iglesia está adorando al Señor. Somos los últimos que nos aparecemos en el tiempo de adoración. Somos el último ejemplo de devoción. ¿Cómo pretendemos que el pueblo aprenda a adorar al Señor si nosotros somos los últimos en reaccionar a Su presencia? ¿Cómo podemos enseñar adoración si somos los que cortamos el mover del Espíritu Santo?
Parece que no creemos lo que la Biblia nos dice. Algunos deben estar pensando que todo esto que escribo es muy anticuado. No me importa. El pecado nos ha endurecido, aun a los mismos cristianos. ¿Cómo respondes cuando el Espíritu Santo te habla? ¿Qué haces cuando el Espíritu de Dios te dice que no hagas lo que estás haciendo? ¿Lo ignoras? ¿Qué has hecho cuando Él te ha dicho que no vuelvas a ver con lujuria a una persona? Con razón no tenemos respeto por la presencia de Dios. Respeto y sensibilidad por Él es la clave para lo que Dios quiere hacer en América Latina.
Corrupción moral
Pero Elí era muy viejo; y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión. -- 1 Samuel 2:22.
Ofni y Finees, los hijos de Elí, habían traspasado el límite del respeto al punto tal que fornicaban con las mujeres que cuidaban las puertas de la casa de Dios. Las dos personas que estaban encargadas de las cosas más santas de Dios --esos dos hombres ofrecían sacrificios en el día y fornicaban en la noche. Y no fornicaban en un hotel cerca del tabernáculo, lo hacían en las puertas de atrás del templo del Señor. La vida de estos sacerdotes apestaba al igual que la religiosidad que pretendemos conservar como una muestra de nuestro cristianismo. La religión esconde inmundicia y corrupción bajo sus vestiduras.
¿Le parece gracioso eso? No puedo aceptar que se sigan contando las historias de incoherencias que hay entre los músicos cristianos. Músicos que en realidad son marineros dejando amores en cada puerto. Un amigo mío me hizo llorar recientemente al contarme de las cosas que pasaban en unos eventos donde él participó. Historias de cómo cantantes se meten con otros cantantes -- solteros y casados. Gente cristiana que están detrás de las plataformas fornicando y adulterando y después se paran al frente para ministrar.
Si me quieren tratar de puritano, adelante, pero yo no puedo aceptar que eso sea así. No puedo aceptarlo. No puedo aceptar que estemos en adulterio y justifiquemos nuestro pecado, y nos paremos adelante a predicarle a miles de personas. No puedo aceptar que estemos jugando con el pecado -- especialmente los que somos ministros de Dios. No puedo aceptar que la mentalidad contemporánea le permita a las personas hacer y deshacer de sus matrimonios como quieran y después justificarse. ¡No puedo aceptar eso! No estoy jugando a ser el más santo, estoy consciente de que las piedras que tiro vienen para acá también. Le pido a Dios que tenga misericordia de mí. Sé que algunos de los que han sido más duros en sus prédicas fueron de los primeros en caer. Pero no puedo aceptar que nos excusemos en la gracia de Dios después de pecar, para luego subirnos adelante y pretender que nada pasó. No es posible, excepto si usted quiere permanecer en la religiosidad porque la religiosidad si permite eso.
Dios está entregando medios, recursos, discos, talentos, a muchas personas que están leyendo estas palabras. Pero muchos tenemos las manos sucias. Las bendiciones van a seguir viniendo y nos van a hacer creer que porque tenemos respaldo financiero y más recursos Dios está con nosotros. Pero esa es una mala forma de asumir la bendición de Dios. Si el dinero y los recursos son sinónimos de que Dios está con nosotros entonces tienes que decir que los mormones están totalmente en lo correcto, ya que son una de las sectas religiosas más ricas del mundo. ¿Su riqueza significa que Dios está con ellos? ¡No!
Quién sabe por cuanto tiempo los hijos de Elí hicieron de las suyas y nada pasó. Ahí está la trampa -- tu juegas con el pecado, te paras adelante, cumples el papel de un sacerdote de Dios para volver a pecar otra vez. Hasta que un día llegas a decir, "Bueno, nada pasó, debe ser la gracia de Dios".
Pero, un día los filisteos salieron en contra de Israel y los dos sacerdotes salieron delante. Pelearon en Eben-ezer, que quiere decir "hasta aquí nos ayudó Dios". Un lugar donde antes habían tenido victoria, pero ahora salieron avergonzados. Regresaron al campamento y reclamaron delante de Dios (paráfrasis): ¡Señor!, ¿No prometiste que ibas a estar con nosotros todo el tiempo, no nos prometiste que nos ibas a entregar a nuestros enemigos, no que ninguna arma forjada contra nosotros va a prosperar? Otros preguntamos: ¿Señor dónde están tus promesas? ¿Dónde está lo que me dijiste una vez de niño? Algo está mal contigo Señor, porque por más que hago y hago no llego a los primeros lugares.
Entonces traen el arca y hacen una fiesta tan increíble que la Biblia dice que la tierra tembló y los filisteos se asustaron y dijeron: "Debemos pelear como hombres para que no sirvamos a los hebreos". Claro el arca esta allí, el amuleto. Los israelitas creyeron que si traían el arca, que ya no significaba nada para ellos, Dios iba a venir. No se engañe, no es la mucha bulla la que trae la presencia de Dios. A veces la mucha palabrería y las muchas canciones ocultan la falta de unción. Una iglesia que canta por horas no es necesariamente una iglesia avivada.
Dios no estaba cuando el arca llegó y fueron muertos muchos en medio del pueblo, entre ellos los hijos de Elí. Porque cuando se vive en la religiosidad no hay victoria ante el pecado.
Un mensajero corrió desde el campamento, Elí quien ya había perdido la vista, física y espiritualmente estaba sentado. 1 Samuel 4:12-18 pudiera haber ocurrido así:
"¿Qué paso?", preguntó temeroso Elí.
"No me vas a creer lo que ha pasado", dijo el mensajero postrado en el suelo.
"No me cuentes nada, ¿donde está el arca?", dijo Elí.
"Mira Elí, tus dos hijos acaban de morir, es terrible lo que ha pasado..."
"Te pregunté, ¿dónde está el arca? ¿dónde está la gloria de Israel?", respondió firmemente Elí.
"¡La han robado! ¡Nos han robado la gloria de Israel! ¡No hay gloria en Israel!"
Elí cayó de espaldas, y murió. Su nuera, al escuchar de la muerte de su esposo y de su suegro comienza a dar a luz antes de tiempo. Antes de ella morir le dice a las mujeres que reciban a ese hijo y que le pongan de nombre Icabod porque "la gloria de Israel ha sido traspasada".
Sobre los cielos de nuestras naciones se ha pintado un nombre: No hay gloria, no hay presencia. Tenemos muchas luces, mejores sonidos que nunca, mejores discos que nunca, más libros que nunca, pero, ¿dónde está la gloria? ¿dónde está la gloria que cambia a las personas?
No puedo creer que los músicos cristianos del siglo XXI nos paremos al frente a entonar hermosas canciones y recibir los aplausos del público y dejar a la gente tal como vino. ¿Sabe qué esta haciendo falta? ¡Están haciendo falta corazones de pastor!
El día más negro de la historia de Israel vino porque le fue quitado lo único que no te puede ser quitado: la gloria de vivir en Su presencia. La gloria de Israel es el Señor. Lo que nos hace un Pueblo maravilloso es que Él esté entre nosotros.
Y entro Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada. -- Mateo 21:12-13.
¿Piensa que Jesús estaba molesto porque había personas cambiando y vendiendo en la casa de Dios? Algunos legalistas dirían: ¡Sí, aleluya, predícalo! Era necesario que esas personas estuvieran allí porque la gente muchas veces necesitaba comprar su sacrificio antes de subir al altar -- tenían que cambiar dinero. ¿Cuál era el pecado? El pecado era que habían perdido el enfoque.
El enfoque de lo que debe suceder dentro de la casa de Dios es que las personas se encuentren con Dios. ¿Sabe qué pasó después que Jesús retomó el enfoque correcto? Vinieron a Él en el templo ciegos y cojos y los sanó. Eso quiere decir que la gloria volvió a la casa. Las vidas fueron cambiadas, los que estaban en miseria fueron levantados, los que estaban aprisionados fueron hechos libres, los que estaban deprimidos fueron llenos el gozo del Señor, los que estaban inválidos se levantaron de sus sillas, los que estaban perdidos encontraron al Señor.
¿No es acaso ese el fin de todo lo que hacemos? ¿O cuál es el fin, que vendamos más, que ganemos un premio, ser más populares? ¿Cuál es el fin, enriquecernos, tener un ministerio grande? El fin es que las personas conozcan a quien tienen que conocer. No podemos cambiar de enfoque y creer que Dios se va a quedar sin hacer nada. Vienen días en los que usted no se conformará con sentarse a aplaudir. Vendrán días en que los que verdaderamente están vivos espirituamente van a demandar de los que estamos en liderazgo, que traigamos la presencia de Dios.
Encontrando el arca perdida
Y aconteció un día, que estando Elí acostado en su aposento, cuando sus ojos comenzaban a oscurecerse de modo que no podía ver, Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios; y antes que la lámpara de Dios fuese apagada, Jehová llamó a Samuel; y él respondió: Heme aquí. -- 1 Samuel 3: 2-4
Los estudiosos hebreos dicen que este niño tomó su colchoncito y lo trajo cerca del arca y todas las noches se dormía contemplando el arca. Ya nadie buscaba a Dios, nadie respetaba esa arca, la gente había dejado de ofrendar y los sacerdotes estaban fornicando. Y solo un niño, una nueva generación, dormía cerca del arca. Los estudiosos dicen que lo hacía porque esperaba que un día el Dios de esa arca se manifestara. Creo que Samuel, noche tras noche se durmió sobre sus papeles llenos de Escrituras, sobre su cama, orando: "Señor, ¿dónde estas ahora? ¿dónde está el Dios que en esta arca partió el río? ¿dónde está la gloria del Dios de Israel? ¡Aunque nadie te busque, yo estoy aquí Señor! ¿Dónde estás? Si buscas a alguien aquí estoy Señor".
Samuel es el símbolo de una generación extraordinaria, una generación que tiene sed de Dios y que no se detiene hasta que lo encuentra. Un pueblo que sale de la religiosidad para encontrar lo que la religión ha perdido: ¡la gloria de Su presencia! En Latinoamérica hay una nueva generación que va a cambiar la historia. Son jóvenes en el Espíritu, gente que no han envejecido con la religión. Gente que quiere más de Dios, que anhelan a Dios, que tienen ansias por lo genuino, que no están dispuestos a contaminarse y que se van a quedar dormidos delante de esa arca una y otra vez hasta que Dios se revele.
Muchas veces Samuel oró y lloró antes de que nada pasara, pero una noche el Señor vino antes de que la lámpara se apagase. Antes de que esto no tenga remedio Jesús viene a visitar a Su Iglesia. Los que estén anhelándole, van a levantarse como una voz profética en Israel y van a traer la presencia de Dios de regreso a casa.
Si usted anhela eso lo invito a que tome unos minutos ahora mismo y le ruegue a Dios por Su presencia. Si tiene que arrepentirse, arrepiéntase. Si tiene que pedir perdón, pida perdón y lávese en la sangre de Cristo. Si es líder diga: No me voy a parar más a hacer mi propio asunto, voy a pararme porque he estado en Tu presencia y tengo algo que decir. Y todos debemos decirle al Señor: ¡Heme aquí, Señor! *

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